"Los malos-malos: esos son los buenos".
Como muchos, mi findesemana fue largo, lo mejor fue que por fiiiiiin mi marida y yo pudimos arreglar nuestras ocupadas agendas pa' tomarnos unos drinks coquetos. Aunque bueno, más bien es mi ex marida porque ya es de otra, snif. Pinches viejas, por eso nadie las quiere (pero eso sí, sigues teniendo el mejor gusto hermosa, aunque recuérdale a mi socia que en cualquier momento puedo llegar a reclamarte, aun con lo encantadora que me parece).
Anyhow, recordamos nuestra vida madrileña, cabaretera y loca.... y qué malos son los recuentos me cae de madres: una de tipos que nunca me tiré que ya ni me acordaba, ja. Mi vida sexual más que eso es un conteo interminable de intentos fallidos. Supongo que no soy la única, siempre está el que no te conviene, el que no te convence, con todo su rango intermedio de etcs.
Algo tengo, algo tengo que hasta los que parecen "normales", los que podría jurar sobre la tumba de mi conejo muerto que son incluso ordinarios, resultan espíritus transtornadas, los atraigo, mi pequeña y adorable personita tiene imán.
Con el último, tan básico, tan macho, tan infinitamente primario... y con un alma tan atormentada. Les había contado que tiene una risa hermosa ¿no? Bueno, pues ese rasgo vive en constante pelea con sus ojos de alma vieja, y esto se los platico para ver si así se explica lo del contraste y lo del tormento. En resumidas cuentas, maneja un nivel de culpa que casi raya en la inmoralidad, por lo que me quitó las ganas de jugar incluso al love me love me not. Y que conste que lo del alma torcida y culpable no aplica en exclusiva, y por mucho, a su relación conmigo.
Diría la madre Silvia Patricia que las señoritas se deben comportar como tales. Diría el solecito que soy el diablo, y diría alguien más "El diablo no, pero definitivamente pariente".
Hoy estuve neneando de lo manera más vil con Luis (quien dicho sea de paso es una de las pocas personas con las que me lo permito), y le decía que yo juraba que con mi ex había cumplido con mi cuota de hombres transtornados, pero al parecer todavía me faltan, ja. Me gusta platicar con ese desgraciado porque puedo reírme de mi misma sin cuidarme de nada más.
Cuando el cavernícola atormentado y yo nos gustábamos, un día le decía que los hubieras eran inútiles, y por tanto debían ser borrados. La semana pasada que tuvimos la platiquita no necesariamente incómoda del yamejorahímuere, no recuerdo exactamente qué le dije, pero sí recuerdo su "Pero el hubiera no existe" con la sonrisa torcida y esa mirada que todos tienen y que nunca he podido descrifrar qué quiere decir. Tampoco es que quiera saberlo.